sábado, 15 de agosto de 2015

Volver al teatro


Durante la adolescencia, el teatro ejerció una atracción tan poderosa sobre mí como la que hasta entonces sólo habían ejercido las mujeres, el cine y la literatura.

Así, en este estricto orden.

Por aquellos días tuve la fortuna de toparme con otros jóvenes que compartían mis gustos y anhelos. Juntos decidimos formar una agrupación y, por supuesto, realizar nuestro primer montaje. No fue tarea fácil. Casi siempre, ya se sabe, el camino hacia lo que deseamos está sembrado de impedimentos y frustraciones. Sin embargo, fueron más fuertes nuestras ganas, pasión y compromiso que los inconvenientes y, tras muchos ensayos, conseguimos por fin estrenar nuestro espectáculo. 

Y después del primero vinieron otros.

Demasiada agua ha corrido bajo los puentes desde aquellos días, pero mi pasión y compromiso hacia el teatro continuaron intactos. Aunque no haya estado todo lo activo que hubiera querido en estos últimos años.

A pocos días de estrenar Baby Boom en el Paraíso, de Ana Istarú, un espectáculo en el que hemos venido trabajando desde principios de 2015, siento emociones semejantes a las que generaron en mí aquel primer acercamiento a las tablas cuando era apenas un muchacho de 17 años. Y no me sonroja confesar que, pese a estar rodeado de profesionales, he abordado este proyecto con la pasión, el entusiasmo y la ingenuidad de aquel adolescente. Quizá ésta no sea la manera más sensata, pero sí la más honesta que conozco de encarar proyectos que tengan que ver con las artes.

Al menos desde mi punto de vista.

Baby Boom en el Paraíso es una deliciosa comedia que nos sumerge en el maravilloso mundo de la maternidad. Tuve mi primer contacto con esta pieza en 2007 y en el acto quedé prendado de ella; me dije a mí mismo: “algún día dirigiré un montaje de esta obra”. Gracias a los buenos oficios de mi amigo Arturo Campos, conseguí contactar a su autora y hacerme con sus derechos. Tierna, reflexiva, hilarante y conmovedora a la vez, el texto de Ana Istarú es un canto a la vida convertido en obra de teatro. Acompañaremos a Ariana Morelli, protagonista de la pieza, en las primeras etapas de su viaje, que es como si hubiésemos comprado ticket para subirnos a una montaña rusa de las emociones, porque el inicio de una vida significa siempre la transformación de otra.

Y como es sabido que el teatro es una disciplina de grupo, de nuevo he tenido la fortuna de contar con la complicidad de otros profesionales para conseguir que Ariana se materialice sobre el escenario y comparta sus andanzas con el público. Entre los profesionales que me han acompañado en este proyecto, destaco el rol protagónico y fundamental que, no sólo en nuestro espectáculo, sino incluso alrededor de él –backstage, como suele decirse en jerga teatral–, ha representado Estela Perdomo. Una talentosa, inteligente y disciplinada actriz, apasionada y responsable como ninguna, que ha facilitado enormemente mi trabajo en la dirección. Ella también, en línea conmigo, ha abordado Baby Boom en el Paraíso con espíritu adolescente.

El resto del equipo lo conforma Diana Ramírez Ulea en la escenografía y vestuario y Antonio Hurtado a cargo del sonido y la iluminación.

Agradezco a ellos haber contribuido con su creatividad a que el espectáculo adoptase la forma que luce ahora y que, como un mantra, había estado retumbando y repitiéndose en mi cabeza desde 2007.

Será entonces a partir de septiembre que empezaremos a compartir nuestra versión de la pieza de Ana Istarú con el público. Y empezaremos de la mejor manera posible: en Colombia, abriendo la programación de un festival internacional de teatro al que hemos sido invitados. Pero de esto hablaré con más detalle en un próximo post.

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