- "La progresión hacia el clímax, el desenlace, la conclusión, acelera, pues, el ritmo. Una vez nos han planteado los hechos, nuestra atención se centra. Ahora sólo nos resta observar nuestro avance hacia el objetivo y la incursión ocasional del impedimento anómalo, del giro atípico del argumento".
- "Cuando el público ha prestado o entregado transitoriamente su atención es sencillo intercalar un elemento ajeno, ya que lo aceptará como algo esencial hasta el momento que se demuestro lo contrario".
- "La introducción del elemento ajeno es un comportamiento poco frecuente en el primer acto, cuando la luna de miel aún está vigente (se ha observado a menudo que cualquiera puede escribir un primer acto), pero esa misma introducción no es en absoluta atípica en el segundo acto".
- "Cuando se levanta el telón tenemos la atención del público; los autores no debemos hacer nada. Pero transcurrido un rato, si el argumento no irrumpe con fuerza, los espectadores se pondrán a bostezar o a comer palomitas. Por eso es muy común intercalar un elemento ajeno en el segundo acto de la obra".
- "El público quiere que le estimulen, que le confundan, que le defrauden a veces para poder quedar, finalmente, satisfecho. Por eso necesita que el segundo acto termine con una pregunta".
- "Enterrar el final en el principio (el logro supremo del drama) resulta algo más difícil: significa que en el término medio debe emerger lo previamente insospechado, y, al emerger, debe hundir al protagonista (y al artista) en el abismo de la desesperación: 'Estaba preparado para todo menos para esto'. De la desesperación debe nacer la decisión de terminar el periplo".
- "Una parte del viaje del héroe es que éste (artista/protagonista) debe cambiar radicalmente de parecer, por la fuerza de las circunstancias o por la fuerza de la voluntad. El héroe debe remozar su concepción del mundo y este cambio puede dar como resultado una obra artística con mayúsculas".
sábado, 13 de agosto de 2011
La poética de Mamet (III)
Más sobre la poética de David Mamet, recogida en su libro Los tres usos del cuchillo (Alba Editorial, 2001):
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