El oficio de Roxanne
Por Victoria Rhode
En la primera mitad de la década de los ochenta, The Police se convertiría en una de las bandas musicales de mayor influencia para las generaciones de jóvenes y adolescentes de la época. De hecho, su disco Synchronicity, marcó el comienzo de una adicción que todavía hoy brilla con entusiasmo en los ojos de algunos melómanos: el gusto por los nuevos sonidos, los insoslayablemente experimentales.
Publicado en el diario El Nacional el sábado 16 de noviembre de 2002
Por Victoria Rhode
En la primera mitad de la década de los ochenta, The Police se convertiría en una de las bandas musicales de mayor influencia para las generaciones de jóvenes y adolescentes de la época. De hecho, su disco Synchronicity, marcó el comienzo de una adicción que todavía hoy brilla con entusiasmo en los ojos de algunos melómanos: el gusto por los nuevos sonidos, los insoslayablemente experimentales.
Lanzado al mercado mundial en 1983, ese mismo año conquistó la categoría Best Rock Performance by a Duo or Group with Vocal de los premios Grammy. En noviembre de 1989, en una encuesta realizada por la revista especializada Rolling Stone, ocupó la casilla número diecisiete entre los cien mejores álbumes de los ochenta. Temas como “Synchronicity II”, “Every Breath You Take”, “King Of Pain”, “Wrapped Around Your Finger” o “Tea In The Sahara” sonaron con insistencia en miles de emisoras de radio alrededor del planeta y, por supuesto, se convirtieron en clásicos instantáneos de la movida pop.
Sin embargo, no pertenece a Synchronicity uno de los temas mejor logrado —quizás sólo superado por “Every Breath You Take”— de este grupo británico integrado por Sting, Andy Summers y Stewart Copeland, sino que viene incluido en su primer trabajo: Outlandos D´amour; canción con la cual obtuvieron su primer éxito que a la vez resultó ser su primer gran sencillo; donde sin lugar a dudas mostraban lo que serían capaces de entregar a sus fans en los años venideros. Desde luego que me estoy refiriendo a “Roxanne”.
La redondez de este tema no sólo está en la cadencia pegajosa de su música, o en la interpretación intensa y única de Sting, o en ese hipo estridente y estupendo de la guitarra de Summers, característica de la mezcla de ritmos (jazz y reggae, primordialmente) que la banda había trabajado durante dos largos años previos a la grabación del disco. También la sencillez y contundencia de su letra contribuyen a dar curvatura exacta a la línea que hace de este single un círculo perfecto. Roxanne, you don't have to put on the red light/ Those days are over/ You don't have to sell your body to the night.
Es sumamente difícil, por decir lo menos, escuchar las súplicas del amante desesperado en la voz de Sting sin que en nuestra mente no cobre forma la figura espigada de una mujer que, con ropas menudas, recorre las calles con escasa iluminación de una ciudad cualquiera en una noche sin luna. Una mujer que habrá hecho del placer una manera de vida, o mejor, de supervivencia. Pero por lo general es un placer que disfrutarán otros, mientras que ella, aún entre las sábanas revueltas y húmedas de un mórbido hotel, intentará ordenar, mentalmente, y sin pronunciar palabra, las sumas y restas necesarias para saber cuándo acabará la pesadilla, cuánto más le hace falta para que la tiranía de las agujas del reloj deje de sustraerle horas a su futuro. Cuánto más para cambiar de mundo. You don't care if it's wrong or if it's right.
Las chicas que se dedican al oficio de Roxanne saben de sobra —y a veces con la mayor crudeza— que la vida no suele ser lo que anhelamos sino lo que conseguimos obtener. No importa si detrás del rouge que pinta la sonrisa de sus labios se esconda una historia triste o simplemente un “dejarse llevar”. La rutina siempre será la misma: compartir cama y sudor con desconocidos a cambio de unas pocas monedas.
Para quienes conocemos sólo una parte de sus historias —la que está más a la vista, por supuesto— y aún así nos aventuramos a hacernos alguna idea sobre cómo serán sus vidas, se nos hace cuesta arriba comprenderlas. No desde la oscura y fría cárcel de nuestros prejuicios más arraigados, sino desde el lado de la sensibilidad que genera el contacto con el otro. Dejando el dinero a un lado, ¿cómo soportar el encuentro íntimo, una y otra vez, con cuerpos ajenos, no deseados?
Acaso sea un poco como el amante de Roxanne que, aún estando tan próximo, todavía se encuentra demasiado lejos para entender por qué, a pesar de sus súplicas, ella continúa usando el vestido ajustado y saliendo cada noche a ofrecer su cuerpo a otros hombres. Habría que estar en el pellejo de Roxanne para saberlo. Tal vez.
Publicado en el diario El Nacional el sábado 16 de noviembre de 2002
2 comentarios:
Francamente, la reunión de Police me dejó un poco decepcionado. No pensé que caerían en el rubro de bandas que vuelven a formarse en este patético back-to-the-eighties que vivimos. Al menos espero verlos, o comprarme el DVD “everyone stares” que acaba de sacar Copeland.
Una banda legendaria, pero viendo la carrera estrafalaria de Sting (¿el último disco???) a veces me pregunto si no hubiese sido mejor dejar la cosa enterrada.
la mejor etapa de sting fue esa que estuvo entre su partida de la banda y a principios de los noventa. después parece que se conformo con un sonido más comercial y convencional… particularmente yo creo que sólo se reunirán para dar conciertos... aunque para algunos el dinero siempre es una tentación...
Publicar un comentario