miércoles, 7 de diciembre de 2016

Sobre los hacedores de libros


Hubo una época en que algunos editores de libros se involucraban tanto en su trabajo que en ocasiones parecían extralimitarse en sus atribuciones. ¿O acaso extralimitarse en sus atribuciones les estaba también permitido en función de que el producto que llegara a manos de los lectores fuera el mejor posible?

Y en lo que se refiere a este producto, a las obras ya publicadas, ¿eran mejores o definitivamente diferentes a las que sus autores habían concebido en un principio? Y en cuanto a los autores, ¿qué opinaban de aquel producto final?

Aquí cabría mencionar, como ejemplo, la polémica surgida a finales de la década de los noventa alrededor de la obra de Raymond Carver y su editor Gordon Lish.

Parte de estos razonamientos y cuestionamientos que he mencionado se los hace el personaje de Max Perkins en “El editor de libros” (Genius, título original), la película dirigida por Michael Grandage basada en la biografía de la leyenda de la edición estadounidense Maxwell Perkins, Max Perkins: Editor of Genius, escrita por A. Scott Berg.

De esta biografía el filme pone la lupa sobre la relación personal y profesional que mantuvo Perkins con el escritor Thomas Wolfe. Una relación intensa y fructífera, íntima, pero a la vez emocional, tensa, de amor y odio... Sobre todo a causa de la inmadurez y la egolatría de Wolfe.

Y es que no podrían haber dos personajes más disímiles entre sí: mientras Perkins era un hombre de familia, afable, sosegado, estoico, amante de los placeres sencillos, Wolfe era un huracán que gustaba de visitar tugurios, mujeriego y dado a la bebida, un hombre pasional y frenético que buscaba vivir cada minuto de su vida al máximo a costa de lo que fuera y, por supuesto, con una prosa tan desbocada y lírica como su propio ego.

En muchos casos aquellos editores tenían también que interpretar el papel de psicólogos con algunos de sus escritores, escucharlos y orientarlos no solo con lo que escribían sino incluso en las decisiones importantes que tomarían en sus vidas.

En el filme Grandage nos muestra un par de escenas de Perkins manteniendo conversaciones de este tipo con dos monstruos de la literatura como lo son Scott Fitzgerald y Hemingway.

“El editor de libros” es una película compleja dentro de su sencillez que nos permite comprender el trabajo, la vida y obra de aquellos extraordinarios hacedores de libros que ya hoy en día prácticamente no existen o son una rara avis.

Quizá sea una historia que pueda agradar al público en general pero que sin duda disfrutarán los amantes de los libros.

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