«La risa
es propia del hombre», escribió Henri Bergson. Aunque a menudo nos olvidemos de
reír condicionados por una realidad que nos atenaza y agobia.
Según
los expertos, reír es beneficioso para nuestra salud. Cuando reímos, el
cerebro hace que nuestro organismo segregue endorfinas, una suerte de drogas naturales que se liberan a través de la médula espinal y el torrente sanguíneo y que resultan varias
veces más potentes que la morfina.
Los niños,
más naturales y auténticos, libres de ataduras y prejuicios, están mucho más
dispuestos a reírse que los adultos. Un pequeño se ríe un promedio de trescientas
veces al día mientras que un adulto apenas lo hace entre quince y cien.
Y
exactamente como un niño me dispuse a disfrutar, el pasado sábado 26 de noviembre
en la sala Lola Membrives del Teatro Lara, de “Tres”, una comedia de Juan Carlos Rubio.
Confieso
que el arranque del espectáculo me ha parecido algo flojo, sin embargo, más
temprano que tarde ha ido cobrando cuerpo y ritmo y, poco después, junto al
resto de los espectadores —el aforo, por cierto, estaba completo—, reía como hace
tiempo no lo hacía en el teatro. ¿Cuántas veces no se habrá dicho que la
risa del espectador es tan grande como llena está la sala?
“Tres” es
una divertidísima comedia de enredos sin mayores pretensiones. O sí. Creo que su mayor
y más válida pretensión es hacer reír al público a carcajadas, algo que por supuesto consigue con creces.
Tres
cuarentonas (Rocío, Ángela y Carlota) deciden reencontrarse para rememorar
vivencias del instituto y tener noticias de sus respectivas vidas actuales. Se
supone que debe ser un encuentro festivo pero, digamos, ninguna de las tres se
halla en la mejor etapa de sus vidas: Rocío es una estrella en decadencia,
Ángela está en terapia para superar la muerte de su marido y a Carlota su
pareja le ha puesto los cuernos con una mujer mucho más joven y ahora se encuentra divorciada. La soledad es el factor común que las une después de tantos años. Es
así cómo, a cierta altura de su reencuentro, con Ángela ebria y Rocío y Carlota
algos saturadas, esta última le sugiere a sus amigas que si desean darle un
vuelco a sus vidas se queden embarazadas. Lo que en principio ha sido una propuesta
burlona de Carlota, se convierte en una obsesiva y descabellada meta para
Ángela y Rocío en la que acaban involucrando también a Carlota, la más
reticente con tan disparatada idea. Las tres acuerdan entonces embarazarse del
hombre perfecto, bajo las siguientes condiciones: no habrá sexo ni relación con
este hombre más allá de solicitarle su esperma.
Me ha
gustado Eva Higueras en su rol de Ángela. Las interpretaciones del resto del
elenco, Natalie Pinot —algo falta de naturalidad en los primeros minutos aunque
luego mejora sustancialmente—, Carmen Mayordomo y Rubén Sanz me han parecido
correctas al igual que la dirección de Quino Falero.
Hay momentos en los que la obra pareciera a punto de dar un giro hacia asuntos menos
divertidos, reflexiones éticas o moralizantes que pretenden recordarnos lo
serio que es vivir, pero pronto nos damos cuenta de que esto también forma parte
del juego cómico de “Tres”.
Al
finalizar la función salí del teatro con una sensación de bienestar que he atribuido a las endorfinas. Sensación de bienestar que mi mujer y yo acordamos prolongar
en un café o bar de los alrededores. No cabe duda de que la risa es beneficiosa
para la mente y el cuerpo.
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