El 6 de mayo
de 2013 una noticia sacudía a la sociedad estadounidense: tres jóvenes mujeres
habían sido rescatadas tras un cautiverio de entre 9 y 11 años, gracias a que
una de ellas escapó y avisó a la policía.
Durante ese
cautiverio fueron sistemáticamente violadas por su captor; durante ese lapso tuvieron
múltiples embarazos y abortos espontáneos. Sin embargo, una de ellas había conseguido
dar a luz y mantener viva a la criatura: una niña de seis años de edad.
Pese a sus
precarias condiciones, la madre de la niña trató que la pequeña tuviera la
mejor vida posible y creó un mundo imaginario en su habitación. "Hacíamos
que caminábamos a la escuela, traté de hacerlo lo más real posible para ella;
finalmente llegábamos a la escuela, la dejaba y le decía 'Ok. Te quiero, que
tengas un buen día' y entonces me convertía en profesora", confesó tiempo
después a la BBC.
Es inevitable
releer las noticias del Secuestro de
Cleveland sin trazar inmediatamente un paralelismo con la película de Lenny
Abrahamson, “La habitación”. O al revés, mientras estamos sentados en la
oscuridad de la sala de cine viendo “La habitación”, es imposible no remitirnos
a cada instante al Secuestro
de Cleveland.
En su film,
Abrahamson cuenta la historia de Jack (interpretado por Jacob Tremblay) y su
madre (caracterizada por Brie Larson), víctimas de un secuestro. Sus vidas
transcurren en una habitación sin ventanas, de apenas cuatro metros cuadrado,
en cuyo techo se abre una claraboya que les permite al menos ver un trozo de
cielo. Cada tanto, Jack y su madre son visitados por el “Viejo Nick”, el
responsable de que ambos permanezcan allí encerrados. Ella entró en aquella habitación siendo una adolescente
y ahora es una mujer cercana a los treinta, con un hijo al que desea proteger
por encima de todo de los horrores del mundo.
La película
inicia con la celebración del quinto cumpleaños de Jack. Su madre sabe que ha
llegado el momento de revelarle la verdad al pequeño, el momento de quebrar,
romper con el mundo imaginario que ha creado a su alrededor para que sus vidas
transcurriesen lo más normal posible, el momento de intentar hacer algo con el
fin de escapar de aquel cautiverio y ofrecerle al niño una vida verdadera. Pero
fuera a ambos les espera un mundo de horror quizá igual o peor al sufrido por
años en aquella habitación; ambos tendrán que enfrentarse a situaciones duras y
difíciles como no lo habían hecho antes.
Uno de los
aciertos de “La habitación” es que está narrada desde el punto de vista de
Jack, esto, por decirlo de algún modo, suaviza, le proporciona cierto aire de frescura
y ternura a la crudeza y dureza del relato que vemos avanzar en la pantalla.
Otro de los aciertos son sin duda las actuaciones de Brie Larson y Jacob
Tremblay. Me ha sorprendido la interpretación de ambos actores, sobre todo la
madurez y naturalidad con las que Tremblay caracteriza al pequeño Jack.
También me
gustaría destacar el uso que hace Abrahamson de la cámara en la primera parte
de la película, esa que va desde su comienzo hasta que ambos personajes son liberados de su cautiverio. Esos planos cerrados, de cámara en mano,
contribuyen en gran medida con el dramatismo y suspenso de la trama; le
insuflan verosimilitud.
Vivimos en
un mundo de horror. A cada instante nos tropezamos con noticias que nos
impactan, desconciertan y conmueven. Que creadores como Abrahamson se atrevan a
llevar a la gran pantalla esas mismas noticias, pero pasadas por el tamiz de la
ficción, con toques personales que nos permitan sobrellevar la crudeza y dureza
de las historias que relatan, se agradece enormemente.
La ficción
una vez más le pone orden y belleza al caos del mundo.
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