jueves, 19 de mayo de 2011

La tragedia de Lars von Trier


Lars von Trier tiene vocación de provocador. O más bien su naturaleza es la provocación. Lo ha demostrado a lo largo de su trayectoria una y otra vez en sus películas, desde Breaking the waves (1991) gracias a la cual, con apenas 35 años, logró el reconocimiento internacional pasando por The Idiots (1998), la triste y perturbadora Dancer in the dark (2000) con la que obtuvo la Palma de oro del Festival de Cannes y la extraordinaria Dogville (2003) hasta detenernos en su penúltimo trabajo: Antichrist (2009).

Incluso al co-firmar la partida de nacimiento del movimiento Dogma 95 estaba manifestando, de alguna manera, esa naturaleza provocadora tan suya.

Sin embargo, una cosa es mostrar esa vocación de provocador en la ficción y otra en la realidad, cuando encima tienes en frente a cientos de periodistas. Y eso fue lo que precisamente ayer le ocurrió al cineasta danés. A pesar que su film Melancholia, protagonizado por Kirsten Dunst y Charlotte Gainsbourg, tuvo una entusiasta acogida en Cannes, tras una pregunta durante la rueda de prensa que siguió al estreno, el director soltó que la verdad es que entendía a Hitler. "No puede decirse que fuera un tipo estupendo... pero me cae simpático". Y no contento con esto, al tratar de explicarse mejor, dijo: "Bueno, no estoy a favor de la II Guerra Mundial y estoy a favor de los judíos... aunque no demasiado, porque Israel nos suele joder bastante".

Las reacciones y reproches contra el cineasta no se hicieron esperar y hoy la organización del festival de Cannes lo ha declarado persona non grata. Algo sin duda doloroso y difícil para ambas partes, puesto que Von Trier se contaba entre los hijos predilectos del festival.

Las disculpas que posteriormente ha ofrecido el director han tenido muy poco efecto, porque, como reza el adagio popular, después del ojo afuera no vale Santa Lucía.

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