jueves, 31 de julio de 2008

Murakami va al cine


Habrá quien coincida conmigo en la opinión que Tokio Blues (Norwegian Wood) es la novela menos representativa de la obra del autor japonés Haruki Murakami. En otras palabras, pese a ser la más popular (sólo en Japón ha vendido 8.7 millones de ejemplares, ha sido traducida a 33 idiomas y es uno de los mayores éxitos recientes de la literatura japonesa) no es la que mejor refleja ese “mundo raro”, pletórico de misterios, entre lo real y lo onírico, contaminado hasta los tuétanos de fantasía, que caracteriza al resto de la obra novelística de Murakami, como lo son la emblemática Crónica del pájaro que da cuerda al mundo o la también extraordinaria y emotiva Kafka en la orilla.

Sin embargo, Tokio blues conserva el tono intimista y nostálgico de sus otras novelas y es quizá la más adecuada, la más convencional, para que un lector no habituado al universo Murakami se inicie en la lectura de su obra.

Hoy leí que el director franco-vietnamita Tran Anh Hung dirigirá la versión cinematográfica de Tokio Blues, que según Efe, producirá la compañía Asmik Ace Entertainment junto a la televisora japonesa Fuji, tras lograr el consentimiento de Murakami. Está previsto que el rodaje comience dentro de dos meses, con el fin de que la película sea distribuida en las salas de cine en 2010.

Es sabida la reticencia de muchos escritores a que sus obras sean adaptadas al cine y, Murakami, no ha sido la excepción. En innumerables ocasiones se había negado a que así fuera. Tal vez ahora ha accedido por la confianza que debe trasmitirle que a la cabeza del proyecto esté un artista como Tran Anh Hung, conocido por su gran sensibilidad al contar historias en la gran pantalla. ¿Recuerdan aquella hermosa cinta titulada El olor de la papaya verde? Fue el tercer largo de este cineasta y, con su siguiente trabajo, Cyclo, ganó en 1995 el León de Oro en Venecia.

Hay lectores que suelen aguardar con gran expectativa las adaptaciones cinematográficas de aquellos libros que le han tocado en lo profundo. Hay también quienes, por el contrario, prefieren mantenerse al margen y quedarse con las imágenes que ellos mismos se construyeron durante la lectura. En mi caso particular me intriga la actriz (y su trabajo, desde luego) que seleccione Tran Anh Hung para interpretar a Midori, para mí, uno de los personajes más complejos y atractivos de la novela, incluso por encima de la depresiva Naoko. En cuanto a la atmósfera nostálgica y musical que recorre todo el libro (sobre todo con temas de jazz y en especial de The Beatles), creo que si Tran Anh Hung se mantiene fiel a su trabajo anterior, quizá consiga resultados aceptables para los seguidores de Tokio Blues, que, como se sabe, se cuentan por millones en el mundo.

lunes, 14 de julio de 2008

El valor de ser y creer en uno mismo


Hacía rato que una película no me ponía a reír hasta las lágrimas. Y para que la frase anterior no quede como una frase hueca, la contextualizo diciendo que el humor fácil, soso, vacío, no es precisamente el que suele hacerme reír. Todo lo contrario, este tipo de humor me desagrada en extremo. Es sin duda el humor mordaz, irónico, inteligente, el que se hila fino, que consigue pintarme una sonrisa o una carcajada en el rostro. Y de este último, la recién estrenada Kung Fu Panda, de los estudios DreamWorks, tiene secuencias a montón.

Desde mediados de los noventa, dos productoras cinematográficas vienen haciendo un trabajo extraordinario e innovador en el área de la animación y de películas para niños (aunque parezcan, no siempre son la misma cosa): Pixar Animation Studios y DreamWorks Animation. Desde entonces, ambas han logrado forjarse un nombre que ya es sinónimo de garantía para cinéfilos cuando de este tipo de películas se trata. Aunque a mi juicio, hasta el momento, Pixar ha demostrado ser mucho más certera que DreamWorks. Los lectores recordarán Toy Story (1 y 2), The bug’s life, Finding Nemo, The incredibles, en el caso de Pixar, y Shrek (y sus secuelas), Madagascar y ahora Kung Fu Panda en el caso de DreamWorks, para sólo nombrar las que yo he disfrutado y a las que considero indiscutibles joyas del cine. Casi siempre que me toca hablar de cómo debe contarse una historia es imposible no mencionar a una de ellas. Entonces mis interlocutores se me quedan mirando con cara de “¿qué le pasa a este sujeto? ¿Me está tomando el pelo?”. Y no, estoy hablando muy en serio, como lo hago ahora. Las películas que he enumerado son un alarde, una clase magistral de arquitectura dramatúrgica. En ellas los elementos del drama están estupendamente representados, con una claridad que, quienes nos dedicamos a este oficio, sólo nos queda aplaudir y tratar de imitar. Allí la presentación, detonante, conflicto, desarrollo y clímax están construidos y son mostrados con precisión de relojería suiza. Por supuesto, también los rasgos del personaje principal, protagonista, impacto, antagonistas y ayudantes quedan claramente definidos, con suficiente profundidad sicológica e historia; todo con innovación y originalidad pese a que la anécdota que se cuenta se haya contado con anterioridad, y pequeñas variaciones, miles de veces.

Por ejemplo, en esencia, Kung Fu Panda no es más que la conocidísima historia del patito feo, aunque, mientras las imágenes se mueven veloces frente a nuestros ojos, esa idea ni siquiera se asoma a nuestra cabeza. Po, el panda protagonista, sueña en convertirse en un gran maestro del kung fu, sin embargo, nadie apostaría un duro por él porque es gordo, torpe y carece de entrenamiento en artes marciales. Encima, atiende las mesas en un puesto de comida de fideos que su padre heredó de su padre y a su vez éste heredó de su padre y que el primero pretende heredar a su hijo. En fin, nadie respeta al pobre Po. Ni siquiera su padre. No obstante, llega el día en que el azar lo pone frente a un gigantesco reto (aunque según el maestro Oogway, “los accidente no existen”): es elegido como el Guerrero Dragón, llamado a ser el más grande guerrero, el que tendrá el honor de leer el rollo sagrado que contiene todos los secretos del kung fu. Pero también tiene la obligación de defender al pueblo contra cualquier amenaza, y hay una en especial que viene en camino: Tai Lung, un poderoso guerrero que antes fue discípulo del maestro Shifu, que al no ser declarado como el Guerrero Dragón, intentó acabar con su maestro y el pueblo entero, pero que fue neutralizado por Oogway y confinado a prisión durante veinte años. Ahora Tai Lung ha escapado y quiere venganza. Además, los Cinco Furiosos (Tigresa, Mantis, Mono, Grulla y Serpiente, guerreros entrenados por Shifu con la meta puesta en ser algún día elegidos como el Guerrero Dragón) ven a Po como un simple advenedizo, puesto que lo consideran sin habilidades para ser un guerrero del kung fu. Y para complicarle aún más las cosas a Po, el maestro que debe entrenarlo lo odia puesto que tampoco ve méritos en él y sólo quiere verlo renunciar. Después de lo anterior: ¿no está, acaso, magistralmente armada la historia de Kung Fu Panda?

Lo único que ayudará a Po a cumplir su sueño de convertirse en maestro del kung fu es aceptarse a sí mismo, tal cual es, y, desde luego, creer en sus capacidades para lograrlo. No hay más secretos que éste.

Uno de los tantos aciertos de la película es la recreación de la atmósfera de sabiduría milenaria que rodea a la cultura china; los paisajes y personajes como el maestro Oogway contribuyen enormemente a este fin. Cada vez que habla Oogway, uno queda literalmente boquiabierto: “El ayer es historia, el mañana es un misterio, pero el hoy es un regalo. Por eso se llama presente”, dice en una de sus intervenciones. O esta otra: “A menudo encontramos nuestro destino en el camino que hemos tomado para tratar de evitarlo”. Por cierto, una de las grandes metáforas que deja colar la película.

Para quienes todavía no estén convencidos de que tenemos que aprender de los hacedores de historias de Pixar y DreamWorks, por favor, bríndenme el beneficio de la duda y vayan a ver Kung Fu Panda. Estoy seguro de que a la salida de la sala coincidirán conmigo y me lo agradecerán.

jueves, 10 de julio de 2008

Tu Ternura Molotov abre Festival en Los Angeles


Tu Ternura Molotov, obra del venezolano Gustavo Ott, abrirá el Rubicon International Theatre Festival en Los Angeles, evento que se desarrollará del 12 al 27 de Julio de 2008. El festival, bajo la curaduría de la actriz Linda Purl, abre con la producción de Teatro de las Americas de “Your Molotov Kisses” (Tu Ternura Molotov) de Gustavo Ott, dirigida por Lourdes Solarzano en el Bell Arts Factory. La ceremonia de apertura estará a cargo del actor Alfred Molina, que además se presentará en el Majestic Ventura Theatre con una obra de Stephen Bishop.

El festival californiano incluye estrenos como "Eye of the Cyclone", obra de Costa de Marfil escrita por Luis Marques y dirigida por Vagba Obou de Sales; también el estreno de “Conviction” de Oren Neeman, traducida por Mark Williams, protagonizada por el actor Americano-Israeli Ami Dayan. Además, podrá verse, entre otras, piezas como “Samuel Beckett's First Love” protagonizada por Conor Lovett , el “London cabaret” de Giselle Wolf y la producción francesa “Imagine-Toi” , obra ganadora del Premio Moliere protagonizada por Julien Cottereau.

El autor ha sido invitado a participar en el festival y dará cuatro conferencias sobre su obra, la poesía en escena y el teatro venezolano en Los Ángeles, Oxnard y Ventura, tanto el 12 y 13 como el 19 y 20 de Julio.

Tu Ternura Molotov, Premio Ricardo López Aranda de Dramaturgia (España, 2004) es la obra venezolana más producida en el extranjero en los últimos años, con montajes casi simultáneos en Argentina, España, Portugal, Suiza, México, Washington, Puerto Rico y Colombia. La pieza, desde su publicación en España en 2005, ha sido traducida a cinco idiomas y será estrenada en Caracas a finales del 2008, dirigida por su autor, en el Teatro San Martín de Caracas.

Más detalles en http://www.vcreporter.com/cms/story/detail/all_the_world_is_a_stage/6129/

Fuente: Teatro San Martín de Caracas

martes, 1 de julio de 2008

Roberto Azuaje obtiene premio CASA de dramaturgia venezolana


La obra Siete grados de entropía tropical, de Roberto Azuaje, resultó ganadora unánime del Premio CASA de Dramaturgia Venezolana (Londres, Reino Unido), convocado el pasado mes de febrero por el Festival inglés y el Teatro San Martín de Caracas, con el objetivo de seleccionar la pieza que representará a Venezuela en el Festival de Londres.

El jurado del premio, presidido por el director británico Daniel Goldman, reunido en la capital inglesa, eligió como finalistas a Gregor McGregor, de Lupe Gehrenbeck, y a la obra El sitio, de José Antonio Barrios. Al certamen se presentaron 48 piezas teatrales. La obra ganadora será traducida y puesta en escena en Londres durante el próximo mes de septiembre.

Roberto Azuaje es uno de los nuevos autores de la actual impronta de la dramaturgia venezolana. En el 2004 fue su presentación literaria al ser galardonado en el Concurso de Dramaturgia de Fundarte con la obra José Amindra, y en el 2006 obtuvo el Tercer Premio del Concurso Nacional de Creación Contemporánea y Dramaturgia Innovadora del IAEM, por su obra El más mejor. Estas últimas dos obras también serán estrenadas próximamente por la agrupación Rajatabla, bajo la dirección de Dairo Piñeres, y por el Teatro San Martín de Caracas, bajo la dirección de Gonzalo Cubero, respectivamente.

Fuente: Ficción Breve Venezolana